¿Es tóxica mi pasta de dientes?
Publicado el: 04 de Junio de 2014Desde alergias hasta cáncer o alteraciones en
las hormonas y en el sistema reproductor. Muchos productos de uso frecuente en
el hogar, como ambientadores, pinturas, artículos de limpieza o jabones,
contienen sustancias químicas que pueden ser peligrosas para la salud y el
medio ambiente. La mayoría de los usuarios no lo saben y se debe principalmente
a que los usuarios no saben interpretar los símbolos de las etiquetas de los
productos.
Sabías que, bajo ningún concepto, debes usar
lejía y amoniaco de forma combinada, que si te lavas el pelo con un champú
anticaspa con sulfuro de selenio puedes sufrir un cuadro de irritación o que
los componentes de algunos cosméticos pueden alterar tu capacidad
reproductiva?.
En el mercado existen miles de sustancias
químicas diferentes, que se mezclan para formar millones de productos o
preparados comerciales. Sin embargo, rara vez nos paramos a leer la composición
de limpiadores, productos de higiene o insecticidas, en parte, porque la
mayoría no entendemos absolutamente nada.
Este motivo ha llevado a la Unión Europea a
elaborar una legislación sobre sustancias químicas y los efectos que producen,
el Reglamento Reach (Registro, Evaluación y Autorización de sustancias
químicas), cuyos aspectos básicos se recogen en una guía que acaba de editar la
Fundación Ecología y Desarrollo.
Las más peligrosas se conocen como sustancias
químicas extremadamente preocupantes. Entre sus características principales,
el manual destaca que son muy persistentes (no se descomponen con facilidad en
el medio ambiente), tienen una alta toxicidad, pueden alterar los sistemas
hormonales o los genes, pueden favorecer el desarrollo de tumores o son
altamente tóxicas. Muchos productos de uso frecuente en el hogar, como
ambientadores, pinturas, artículos de limpieza, cosméticos, jabones o
insecticidas domésticos, contienen algunas sustancias químicas peligrosas que,
incluso aunque estén perfectamente integradas en los productos que las
contienen, pueden liberarse a lo largo del tiempo como consecuencia del uso,
originando daños en la salud de los usuarios, indica el folleto.
Los efectos en la salud de las sustancias
químicas peligrosas dependen de la vía de entrada (la nariz, la boca o la
piel), del tiempo de exposición a las mismas, de la frecuencia de las
exposiciones, de la sensibilidad y susceptibilidad de los usuarios, etc.
La guía también informa sobre las
consecuencias que estas sustancias químicas producen sobre el medio ambiente.
Entre esos efectos, destacan la toxicidad para los seres vivos y la capacidad
de contaminar el agua, la atmósfera o el suelo. En la mayoría de los casos,
las sustancias se liberan al medio ambiente por vertidos (a través de desagües,
tuberías, derrames o fugas), emisiones (por chimeneas, sistemas de extracción y
ventilación, etc
), residuos (a través del depósito o vertido de restos de productos
peligrosos, sus envases o cualquier material contaminado en vertederos,
incineradoras, cementeras, etc
) o uso de los bienes producidos, indica el
manual.
Pero, ¿qué sustancias debemos evitar? La guía
de la Fundación Ecología y Desarrollo recuerda que, aunque lo habitual es
pensar que la mayoría de esos componentes peligrosos están en detergentes o
desinfectantes, también se encuentran en los productos de aseo.
Champús. La guía recomienda evitar los que
contienen formaldehído como conservante, puesto que esa sustancia es corrosiva
al contacto con la piel y los ojos, y su inhalación puede provocar edema
pulmonar. Además, existen serios indicios de que puede ser cancerígena. También
los anticaspa a base de sulfuro de selenio son irritantes, y numerosas pruebas
han demostrado su carcinogenicidad en animales.
Cosméticos. El fenol y el fenil son
conservantes que se incluyen en algunos cosméticos. Los especialistas
advierten, sin embargo, de que el primero puede afectar el sistema nervioso, el
corazón, el hígado o el riñón.
Detergentes. El glutaraldehido es un gran
desinfectante, pero resulta altamente irritante, sobre todo al contacto con la
piel y el sistema respiratorio (puede causar dermatitis alérgica, asma, rinitis
y conjuntivitis, entre otras patologías).
Pasta de dientes y desodorantes. Algunos
dentífricos contienen triclosán, una sustancia que puede irritar los ojos y la
piel. En los desodorantes, se recomienda evitar el clorhidrato de aluminio.
Lejía y amoniaco. Combinados, estos dos productos
pueden contaminar el medio ambiente y destruyen las bacterias beneficiosas que
descomponen las aguas residuales. Por ello, el manual recomienda no mezclarlos
nunca.
Abrillantadores de suelo y muebles. La guía
aconseja evitar el fenol, porque puede causar erupciones cutáneas. Su ingesta
accidental, además, puede provocar convulsiones.
Ambientadores. El limoneno, que suele
utilizarse en ambientadores, puede llegar a sensibilizar la piel si el contacto
es prolongado. En este caso, también se deben evitar el naftaleno y de nuevo, el fenol. Además, los almizcles
sintéticos, que se utilizan para algunas fragancias, son capaces de interferir
en el sistema hormonal de algunos peces y anfibios.
Fuente: Diario Ecología